Escalar una asesoría: el paradigma que marca la diferencia

Desde FETTAF nos complace anunciar el reciente acuerdo alcanzado con Método Consolida, que permitirá a los miembros de nuestras asociaciones acceder a un enfoque estructurado y probado para afrontar el crecimiento de sus despachos profesionales. Este acuerdo pone a disposición del colectivo un método que facilita la transición del modelo de autoempleo hacia un despacho sistematizado, rentable y adaptado a las exigencias actuales del sector. A continuación, compartimos uno de los pilares conceptuales sobre los que se apoya esta metodología.
Escalar una asesoría, es decir, hacerla crecer de forma ordenada, requiere asumir un cambio de mentalidad que, en muchas ocasiones, cuando se parte del autoempleo, resulta difícil de interiorizar. Este cambio se resume en un principio esencial:
Todas las empresas son una cadena de montaje
Ya se fabriquen tornillos o se presten servicios profesionales, todas las empresas deben concebirse y organizarse como una cadena de montaje: se reciben una serie de inputs (entradas), se aplican procesos y procedimientos, y se generan outputs (salidas) en forma de servicios con valor añadido para el cliente y rentabilidad para el negocio.
En las fases iniciales de una asesoría, lo habitual es que una sola persona lo haga prácticamente todo. Sin embargo, al empezar a crecer e incorporar equipo, la estandarización de resultados se convierte en un desafío. Es común que surja la frustración cuando las tareas no se ejecutan como se harían “de forma lógica”, pero conviene recordar que la lógica individual está determinada por la experiencia, formación y competencias de cada persona.
Por ello, resulta ineficaz confiar exclusivamente en la intuición o el sentido común del equipo. La respuesta para minimizar errores, mejorar la efectividad y garantizar calidad constante reside en la creación de sistemas. Porque, insistimos: todas las empresas son una cadena de montaje.
Algunas asesorías consideran que, por ofrecer servicios personalizados, no es posible aplicar este enfoque sistemático. Sin embargo, esta percepción suele deberse al desconocimiento del paradigma mencionado. Incluso los servicios más personalizados pueden descomponerse en fases y procedimientos repetibles que permitan mantener estándares de calidad.
En contextos empresariales exigentes como el actual, la repetición y la mejora continua resultan claves para alcanzar la excelencia. Al igual que en cualquier actividad artesanal o técnica, la práctica sistemática es la vía más sólida hacia la optimización de resultados. De ahí que la sistematización de un despacho deba comenzar por la estrategia: definir qué se va a hacer… y qué no.
Una de las causas más frecuentes de estancamiento es la dispersión. Muchas asesorías atienden a todo tipo de clientes y sectores, lo que incrementa la complejidad operativa, reduce la rentabilidad y dificulta la especialización. En lugar de construir un modelo de negocio bien definido y enfocado, terminan compitiendo en múltiples mercados, con servicios poco diferenciados y márgenes escasos o nulos.
Cada línea de servicio que se incorpora exige nuevos procesos, conocimientos técnicos, perfiles profesionales, y una propuesta de valor propia. Cuanto más diverso sea el portafolio, mayor es la dificultad para estandarizar y escalar con eficiencia.
En definitiva, no se trata de estar ocupado, sino de ser rentable. Como ilustra la metáfora de la cerilla: un pequeño negocio debe concentrar su energía en un único punto para prender. Si se dispersa, la energía se agota sin resultado.